Provenientes de diversas ciudades del país, llegan en noviembre hasta la región de Tarapacá los herederos de la tradición pampina del norte de Chile.

En el marco de la celebración de la semana del salitre 2023, entre el 17 y 19 de noviembre, el tránsito vehicular estará habilitado por Ruta 16, entre Iquique, Alto Hospicio, y las antiguas oficinas salitreras Humberstone y Santa Laura.

Homenaje a la historia del salitre

«El proyecto consiste en un gran muro que en un gesto contundente divide el territorio, y es esta división la que hace obra los conceptos de la historia y la contra-historia que fundamentan principalmente este proyecto. 

Al entender que la historia es un relato que segrega y deja a la luz una parte y en la sombra otra, entendemos que la contra-historia es un relato que transita por vía opuesta a esta.  

La historia escrita por los vencedores que contempla un relato de gloria, de progreso, desarrollo, bienestar y que engrandece sus gestas, es la historia oficial de la actividad del salitre, y que se relaciona con la hegemonía del poder.  

En contraposición aparece el concepto de contra historia, identificada con la miseria, pobreza, injusticia social. sufrimiento y muerte de miles de pampinos en las faenas de explotación del salitre.  Es esta contra-historia la que tiene por función, principalmente, producir una fisura en la noción hegemónica del poder. Y es esta fisura lo que el proyecto quiere dejar en evidencia, como un monumento o contra monumento a la historia del salitre. 

La obra opera como un ejercicio de sintaxis dura en donde los conceptos que la fundan son trasladados directa y rígidamente sobre la administración del territorio, consolidando un gesto fuerte, elocuente y político que es capaz de significar este, y que desplaza lógicas de alegoría y representación». 

«El proyecto plantea también la inserción en el territorio de una anomalía, de un cuerpo exógeno que materialmente se instala para fundar y significar el territorio y plantea una lógica inversa a lo vernáculo. 

Esta noción inversa a lo vernáculo se funda principalmente en que la construcción tanto en las oficinas salitreras como en Iquique en la época de explotación del salitre, la madera aparece principalmente como material de construcción, material que evidencia una no pertenencia con el territorio y que consolida una imagen y una arquitectura constituida con un material exógeno a este. 

Son postes, casas, veredas, estructuras de contención, galpones y estructuras realizadas principalmente en pino oregón, material que aparece como ruina después de la caída o desaparición de la actividad del salitre. 

Esta idea de lo foráneo como un agente que funda, significa y construye territorio.  Se reafirma con la idea de que el pampino, en palabras de Hernán Rivera Letelier, es gente que en su mayoría emigró desde el sur de Chile para trabajar en el salitre. Es por tanto la madera la materialidad escogida para el desarrollo del proyecto por cuanto hace referencia a esta imagen material constituida durante la época de explotación del salitre. 

La obra está ubicada en el kilómetro 26,700 de Ruta 16, entre Iquique y las antiguas oficinas salitreras Humberstone y Santa Laura.

El proyecto es un muro construido íntegramente en madera, que por una de sus cara como un muro ciego entablado, y por otro lado devela su estructura. Muro que en su parte central se encuentra fragmentado y desplazado haciendo un recorte sobre la naturaleza y construyendo paisaje por un segundo, en función a un desplazamiento de 100 km/h. 

Este proyecto se erige como un momento de silencio en el recorrido que hay entre Iquique y las oficinas salitreras. Silencio que se construye al producir un cambio en la acústica en ese tramo de la carretera, fenómeno producido al rebotar en este muro de madera las ondas de sonido emitidas por el automóvil cuando atraviesa la obra, interpretándose así, este cambio acústico como un silencio en la condición sonora del desierto como territorio. Y es en esta construcción de un silencio donde aparece la dimensión poética del proyecto, en el cual el muro se convierte en un artefacto que permite relacionar al espectador con la obra y el territorio en una dimensión experiencial tanto visual como sonora».